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Corchos y Taparroscas

¿Cuál escoger?

El tapón de corcho es un recurso natural renovable que proviene de la corteza del árbol Alcornoque (un tipo de roble) que tras pasar por varios procesos de cocción y selección se logran los que van al mercado del vino. Cada plancha de corcho se corta del grosor de la medida del tapón que se quiere obtener y se introducen en una máquina que las perfora, extrayendo los pequeños tapones que conocemos; este es el tapón 100% natural de corcho, que garantiza un sellado perfecto y por ende la perfecta evolución del vino en la botella. Este tapón es el más respetado por su calidad y precio; se consigue generalmente en los productos de alta gama o premium que son de guarda y que van a durar varios o muchos años en la botella. Dentro de la gama de corchos naturales los encontramos de diferentes tipos y calidades que van desde la calidad 0 o "extra" 1, 2, 3, 4, 5, y 6 siendo esta última la más porosa, con más puntitos grandes y negros que denotan disminución en su calidad. Sin embargo, hay otros tapones de menor valor pero que cumplen perfectamente su función como lo son: Colmatados, fabricados en aserrín con una goma en los extremos; los aglomerados de corcho y los llamados técnicos, que son aglomerado en el centro con los extremos de corcho natural. Todos estos tapones permiten el proceso de micro oxigenación que el vino necesita y a simple vista dan la apariencia del corcho natural.


Entendiendo que los bosques de alcornoque son una fuente incalculable de riqueza verde que hay que proteger y defender, la tendencia es promover la adecuada gestión del corcho. Australia, un país bastante innovador en los asuntos del vino, ha venido impulsando el uso de otros tipos de tapones para sus productos, práctica que se ha ido extendiendo por otras regiones del nuevo y viejo mundo. La sustitución del corcho por tapones sintéticos, de vidrio o taparrosca es cada vez más común y aunque no permiten la micro oxigenación (lo cual podría desencadenar el sulfuroso en el vino y generar aromas y sabores desagradables) son perfectos para vinos jóvenes de consumo rápido (4 años) y que no requieren tiempo de guarda.


El mercado de los taparrosca ha ido evolucionando y se pueden conseguir unas tapas especiales que internamente tienen incorporada una cápsula con unos pequeños agujeros, los cuales permiten esa micro oxigenación. Dichas taparroscas son muy costosas e incrementarían sustancialmente el precio final del vino y no todos los productores están dispuestos a utilizarlas. Aprovecho para recordar que nada tienen que ver aquellos dos huequitos externos que vemos en la parte superior de algunos capuchones que cubren el clásico tapón de la botella, sea éste de corcho natural o no.


En este punto, podemos entender que hay notables diferencias a la hora de elegir el vino según la forma como viene sellado. Aunque para productores y consumidores el corcho sigue siendo sinónimo de prestigio (a pesar de que el producto no lo requiera) y envuelve de magia y romanticismo el momento de abrir una botella, lo apropiado es eliminar los prejuicios y no juzgarlo por su apariencia hasta no conocerlo; algo así como deberíamos hacer entre las personas porque a veces, las apariencias engañan.





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